El monopolio de la electricidad dejó de existir legalmente hace ya dos décadas, pero no ha sido hasta ahora cuando el consumidor más se está percatando del abanico de posibilidades que dispone a la hora de contratar la luz con una compañía. Porque hay más de 200 empresas que comercializan electricidad y gas: están en los centros comerciales, en las gasolineras, en los aeropuertos y, sobre todo, en internet. Cualquier establecimiento es idóneo para ofrecer una tarifa con precios llamativos, multitud de servicios adicionales y unos contratos a los que siempre hay que echar un buen vistazo antes de evitar conflictos con esa compañía en el futuro.
El tradicional pastel de la energía, en manos de un puñado de grandes corporaciones hasta hace pocos años, comienza a fraccionarse cada vez con más fuerza. En el primer trimestre de este año, el 85,9% de los hogares tenía contratada la luz con alguno de los cinco grupos comercializadores principales: Iberdrola sigue liderando el mercado con un 36,4% de los clientes (6,6 millones), seguido por Endesa (29,7% de cuota con 5,4 millones de usuarios). Más alejadas se encuentran las cifras de otras corporaciones históricas como Naturgy, con 2,2 millones de clientes (12% de cuota); y EDP (casi un millón de contratos, un 5,1% del total).
A ellas se unen los clientes de Repsol. La compañía, cuyo consejero delegado es Josu Jon Imaz, adquirió hace más de un año los activos de Viesgo. Esta misma semana el grupo anunciaba que había superado el millón de clientes, un 33% más de los que tenía cuando materializó aquella operación. La llegada de una firma petrolera como Repsol a un mercado como el de la electricidad y el gas es solo uno de los ejemplos más visibles de los movimientos que se dan en el sector.
Aunque la fortaleza de los grandes grupos sigue siendo indiscutible, poco a poco siguen cediendo cuota de mercado. Hace apenas tres años, entre Iberdrola, Endesa, Naturgy, EDP y Viesgo acumulaban al 90,4% de los clientes, cinco puntos más de lo que ostentan ahora, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). De esas firmas, las tres primeras son las que más cuota de mercado han perdido. Estas mismas son las que también ofrecen la tarifa regulada (PVPC), aunque cambian sus denominaciones comerciales obligadas por la CNMC para evitar confusión en el cliente.
Este nuevo contexto se explica por la irrupción de decenas de nuevas empresas que han visto un nicho de mercado en la comercialización de luz y gas. Entre todas acaparan un 14,1% de cuota de mercado. Tienen 2,5 millones de clientes, lo que supone un millón más que en 2016. En todo ese periodo han ido rascando espacio a las tradicionales, sobre todo en los últimos meses.
Sus denominaciones son heterogéneas, aunque algunas ya comienzan a sonarle a los ciudadanos de a pie. Algunas están vinculadas a uno de esos grandes grupos, como ocurre con CIDE HC, la mayor comercializadora independiente con casi 400.000 usuarios, un 2,2% de cuota de mercado. Otras se han ido uniendo progresivamente.
Holaluz, en la Bolsa
Una de las que han recorrido un camino más rápido ha sido Holaluz. La firma, denominada socialmente Holaluz-Clidom, dio el salto al parqué bursátil el pasado 29 de noviembre. Lo hizo en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) con un alza del 22%, aunque en las últimas jornadas ha ido moderando su revalorización. Esta salida a Bolsa es el paso previo para desarrollar un plan de negocio que en el 2023 supone alcanzar el millón de clientes y 50.000 instalaciones fotovoltaicas. La presidenta de la firma, Carlota Pi, afirmaba en el acto de toque de campana que «es el inicio para una nueva etapa: un mundo 100% renovable».
Ese es uno de los atractivos que algunos de los comercializadores utilizan para atraer a nuevos clientes. Para conocer si una empresa se encuentra constituida como tal en el mercado libre, se puede acudir a la página web de Competencia (www.cnmc.es). Ahí se encuentra el listado de altas y bajas actualizado en cada momento.
Cada empresa es autónoma para establecer las condiciones de sus contratos y los servicios asociados para llamar la atención. Aunque cada una lleva a cabo una política distinta, existen algunas recomendaciones que todos los usuarios deben analizar antes de cambiarse.
En cuanto a la portabilidad se refiere, el titular de un contrato de luz puede cambiar de compañía (y de mercado, del libre al regulado, y viceversa) tantas veces como quiera sin coste alguno, respetando las condiciones de los contratos firmados. Ahí se encuentra uno de los conflictos que suelen generar problemas y reclamaciones: el plazo. Habitualmente, se establecen tarifas con cartácter anual y cualquier ruptura previa supone un coste adicional.
Letra pequeña
Además, es conveniente analizar cuál es el coste de la tarifa que se está asumiendo. La estrategia de estas empresas pasa por ofrecer un precio fijo, para mantener el importe del recibo mensual sin cambios durante un año. A cambio de esa tranquilidad, se suele asumir un sobrecoste por parte del cliente. En la mayor parte de los meses analizados por el comparador de precios de Competencia, la tarifa regulada (el PVPC) suele ser más barata que la mejor de las decenas de ofertas en el mercado libre. Actualmente, el precio medio del kilovatio/hora (kwh) del PVPC se encuentra en el entorno de los 10 céntimos/kw.
En cualquier caso, es cuestión de elección y de preferencias presupuestarias familiares. Además, las compañías del mercado libre ofrecerán servicios adicionales en sus tarifas, que en el caso de las del PVPC no suelen estar incluidos.